La mediación está presente en todos los ámbitos, porque el conflicto es consustancial a la misma existencia.
El conflicto se debe a nuestras diferencias. Ocurre cuando las personas no están de acuerdo con algo, bien sea una cosa tangible como las cláusulas de un contrato, bien algo tan intangible como los valores y las ideas.
Cuando Vd. percibe un problema que intuye puede generar un conflicto, si se decide a actuar antes de que aumente puede contribuir a resolverlo.
He aquí cinco consejos que pueden ayudarle a lidiar con un conflicto desde la primera vez que aparezca y que si los aplica correctamente, le pueden evitar acudir a los servicios de un mediador.
CONVIÉRTASE EN MEDIADOR
Por favor, tome nota, y así podrá aprender a mediar usted mismo:
1.- Elija la situación más propicia para una conversación. ¿Es este el mejor momento y lugar? Si no lo es, espere a un entorno más propicio.
2.- Mantenga la calma. Si no lo hace, se intensificarán las emociones y eso afectará a su percepción de la situación. Tenga cuidado al manejar el ritmo de la conversación. En vez de ceder a los impulsos que le marcan sus emociones, ralentice el ritmo de sus palabras y cuide no levantar la voz.
3.- Escuche. No se apresure a hablar, recuerde que uno siempre es esclavo de sus palabras y señor de sus silencios. Procure ganarse el derecho a hablar escuchando activamente lo que la otra parte está diciendo. Así cimentará una mejor relación personal. Trate de resumir lo que es útil y tenga especial cuidado de no reaccionar con emotividad. Oiga las palabras que oiga, sólo son eso: palabras y se las lleva el viento.
4.- Respete a la otra parte. Trate de «ponerse en los zapatos» de la otra persona y ver las cosas desde su punto de vista. Se sorprenderá de cómo puede cambiar su perspectiva al hacerlo y además, su interlocutor lo percibirá también y a su vez modificará su percepción sobre usted.
5.- Compruebe que comprende lo que le dicen: Puede resultarle sorprendente, pero es más frecuente de lo que se imagina que en una conversación no entienda lo que su interlocutor le quiere decir. Pregunte y pida aclaraciones y así evitará conclusiones precipitadas. Además el hacerlo le ayudará a identificar las emociones que se mezclan con la razón del conflicto. Al preguntar no interrogue, ni acuse, limítese a solicitar información. Una forma útil de hacerlo sería: «¿Tengo razón al decir que usted está molesto / frustrado / enojado / decepcionado porque …»
Pero sobre todo, procure siempre ir más allá de las demandas y requerimientos del otro y considere seriamente lo que puede ser importante para él o ella, aquello que quizá no manifiesta con sus palabras pero transmite con sus actitudes. Plantéese cuáles podrían ser sus intereses subyacentes y qué los motiva, porque si encuentra la manera de satisfacerlos por una vía coincidente con sus propios intereses, el conflicto se habrá encauzado satisfactoriamente para ambos.
Ahora muy probablemente se piensa que éstos consejos son de «puro sentido común» y algo bastante «evidente», e incluso puede creer de buena fe que ya es capaz de interpretar el papel de mediador en los contextos más diversos.
¡Enhorabuena! Créame si le digo que le deseo sinceramente que tenga éxito y que sólo espero que algún día me lo haga saber, pues después de todo, fue aquí dónde descubrió su verdadera vocación.
MEDIACIÓN NO ES MEDIACIÓN PROFESIONAL
Pero mucho me temo que las cosas no son tan sencillas. Y puede que usted tampoco acabe de creerse su nuevo papel de mediador. Si es así, le pediría que siga leyendo, porque ya queda poco.
El problema no es que usted no sea capaz de mediar, que estoy seguro que lo podría ser a poco que se esforzara, sino que por mucho que alguien haya interiorizado esos u otros consejos y los aplique, nunca podrá equipararse por ello con un mediador profesional.
Un mediador profesional es un tercero, neutral respecto a los contendientes, e imparcial respecto del objeto de su disputa porque no tiene ningún interés personal en el resultado, que cuenta con un acreditado conocimiento de la materia objeto de conflicto y que ha desarrollado una considerable capacidad para generar confianza entre los contendientes en las situaciones más hostiles.
Un mediador profesional sigue un procedimiento estructurado que protege la confidencialidad de las partes, les otorga amparo en el momento que se ven perturbadas en el ejercicio de su libre expresión y vela para mantenerlas en plena igualdad sin que se produzca el más leve asomo de intimidación ni sugestión ambiental que pueda llegar a condicionar las decisiones de la parte más débil. El procedimiento que sigue el mediador profesional está guiado por principios éticos recogidos y sancionados en códigos de conducta fácilmente identificables que conoce, aplica y acata.
Un mediador profesional por lo general, cuenta con años de experiencia en la resolución de conflictos con el mínimo coste y la máxima eficacia y responde siempre de los daños que pueda causar por su negligencia o descuido.
En España en concreto, por imperativo legal, los mediadores han de suscribir un seguro obligatorio de responsabilidad civil que garantice los derechos de los perjudicados ante cualquier eventualidad.
Antes de litigar pruebe a tramitar totalmente online, el arreglo de muchas de las controversias que le pueden afectar.
Basta con que nos remita cumplimentada su solicitud haciendo clic en este formulario. Si es viable, cursaremos en su nombre una invitación a la otra parte y les informaremos de los pasos a seguir.
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